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La compañía consolida la actividad iniciada el pasado curso escolar, reduciendo de nuevo la cantidad de residuos alimentarios en los platos de los escolares
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Más de 10.000 alumnos de 50 centros escolares gestionados por Serunion, líder en restauración colectiva en España, han participado en el proyecto que se lleva a cabo por segundo año consecutivo para promover el consumo responsable de alimentos
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“La comida no se tira” es una iniciativa de ámbito nacional ideada por tres organizaciones no gubernamentales: SED, PROYDE y PROCLADE y cuenta con el reconocimiento del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente
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Los platos que generan más desperdicio son las lentejas, el pollo al horno y las judías verdes mientras que el puré de verduras, la pasta boloñesa y el filete de Sajonia son los menos desaprovechados
Durante el curso 2016-2017, ha continuado desarrollándose esta campaña en los centros escolares gestionados por Serunion Educa, la división especializada de comedores escolares de Serunion, continuando con la labor iniciada el año anterior y manteniendo la tendencia en la reducción de los restos en los platos.
Esta iniciativa de ámbito nacional, ideada por las ONG SED, PROYDF y PROCLADE tiene como objetivo concienciar a los alumnos de la necesidad de preservación del medio ambiente a través del consumo responsable de alimentos, así como sensibilizar sobre los impactos negativos que tiene nuestro desperdicio alimentario para las personas que viven en países empobrecidos. El proyecto cuenta con el reconocimiento del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a través de la estrategia “Más alimento, menos desperdicio”, tiene una incidencia directa en la educación de los escolares en hábitos sostenibles, la defensa de la cultura del reciclaje, la justicia social y el reaprovechamiento de los alimentos.
Con esta actividad, tanto Serunion como las ONG participantes se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (que implican a toda la ciudadanía en todos los países del mundo) que, en su objetivo 12.3, fijan como “meta para 2030 reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en la venta al por menor y a nivel de los consumidores”.
Según Aksel Helbek, director comercial de Serunion, “los resultados han sido muy positivos en lo referente a la sensibilización y la información del alumnado acerca de los impactos del desperdicio de comida para el medio ambiente y las posibilidades de desarrollo y de vida digna de todas las personas”. En ese sentido, “hay que tener presente que, sólo en España, cada año se desperdician casi 8 millones de toneladas de alimentos”.
Según los resultados obtenidos en las escuelas donde el proyecto se ha llevado a cabo, se ha detectado que los platos que han generado menos residuos son el puré de verduras, la pasta boloñesa y el filete de Sajonia. En cambio, los alimentos que han provocado más desperdicio han sido las lentejas, el pollo al horno y las judías verdes, sin diferenciación entre residuo evitable y no evitable.
Como en el curso anterior, la metodología utilizada es la sugerida en la “Guía práctica para reducir el desperdicio alimentario en centros educativos” de la estrategia “Más alimento, menos desperdicio” del MAPAMA. Según esta metodología, son los propios escolares quienes realizan la medición, junto con sus monitores, de los desperdicios orgánicos generados cada día. Durante 6 semanas se realizan actividades y juegos relacionados con la sostenibilidad y al cabo de este tiempo, se vuelven a comparar los desperdicios a partir de la elaboración de los mismos menús. Se trata de aplicar la Educación para el Desarrollo en el ámbito escolar, en un entorno como el comedor, donde el alumnado quizás aún no está acostumbrado a este tipo de mensajes.
Entre las actividades que forman parte de la campaña, destaca la distribución de fichas educativas de concienciación y sensibilización, los talleres de aprendizaje sobre el reciclado de productos y los de recetas para fomentar la cocina de aprovechamiento (en los que también pueden participar los padres), así como los debates entre el alumnado sobre el desperdicio alimentario y la creación de un decálogo contra el desperdicio alimentario.
Además, según Aksel Helbek, “las actividades de sensibilización y educación inciden no solamente en los impactos medioambientales y sociales del desperdicio alimentario sino que aportan una nueva visión sobre el reciclaje, el consumo responsable y el aprovechamiento de los alimentos para otros usos”.
En ese sentido, los resultados obtenidos durante este curso y el anterior, así como los que previsiblemente se obtengan durante el próximo curso, formarán parte de un estudio sobre el desperdicio alimentario en comedores escolares a nivel nacional.